En estos días se visualizó el compromiso de diferentes sectores de la sociedad en su lucha silenciosa y profunda contra el flagelo de la droga. El trabajo y la organización que mostraron fueron motivo de asombro y de profunda reflexión sobre las implicancias individuales, familiares y sociales producidas por el consumo. Es inevitable recordar las palabras de nuestro querido Francisco en su Carta Apostólica Amoris Laetitia, que viene a iluminar un aspecto fundamental del abordaje de las adicciones en el apartado 260: ¿Dónde están los hijos? “Aquí vale el principio de que el tiempo es superior al espacio. Es decir, se trata de generar procesos más que de dominar espacios. Si un padre está obsesionado por saber dónde está su hijo y por controlar todos sus movimientos, sólo buscará dominar su espacio. ... Lo que interesa es generar en el hijo procesos de maduración de su libertad, de capacitación, de crecimiento integral, de cultivo de auténtica autonomía”. La pregunta sería: “Dónde están los hijos realmente en su camino? ¿Lo sabemos? Dónde está su espíritu?... ¿Queremos saberlo?” Sus palabras claman por sociedades con más clubes de barrio y menos cárceles, con más bibliotecas públicas y menos cervecerías, con más reuniones familiares y menos casas de juegos, con más niños con cuentos de abuelas que juegos en red. ¡Gracias, querido Francisco!
Graciela Jatib